Te observo sin ser capaz de mirarte. Tu silencio es tan ruidoso en mis oídos. Y si te escondes, tu sombra me busca. Imagino tu sonrisa y tus ojos contemplando horizontes que existen sólo en tu mente. Me asomo a tu alma, con el respeto de quién contempla una obra de arte. Me es suficiente saber que existes, y gozar de tu presencia discreta, entre la multitud inconsciente de lo inmenso que eres. Estás despierto. Y resplandeces de una belleza invisible a los ojos, pero que ilumina el corazón (E. Bosco)
Jóvenes Rebeldes
El sonido del mar era mi canción favorita para esperarte. Llegabas ajena al tumulto de aquellos jóvenes rebeldes que, como yo, se atrevían a renunciar al futuro. Vivíamos sin miedo, como inmortales capaces de ganar al tiempo en una carrera. Recuerdo aquellas tardes cálidas de verano, en las que aparecías alegre por la playa con tu amiga. Yo me quedaba embelesado mirándote, estigmatizado por la huella imborrable que dejaba tu sonrisa, e inmerso en un remolino de sueños y deseos. Me encantaba observar la danza de tus pasos y el movimiento de tu pelo. Deseaba alcanzarte, pero eras inalcanzable. Aquellos veranos, sin ti, nunca habrían sido iguales (Arturo Fuente) ®