Este mundo está lleno de cobardes que dicen que aman, de conformistas que bajaron los brazos y se rindieron, de poetas que vendieron falsas pasiones que nunca vivieron, de parejas mediocres hastiadas de rutina y ahogadas en el tedio de la mentira constante, de fracasados vendidos al compromiso elegante de un anillo para esclavos, de infelices que mueren cada día de tristeza contenida, de cuerpos inertes que cumplen obligados con tradiciones estúpidas, de soledad y abandono, de tristeza disfrazada con ornamentos de lujo, de reuniones y ceremonias, de náufragos que cambiaron sus sueños de niño por familia e hijos, de vacaciones con sabor a tierra seca, a desierto, de amores de mierda que envejecen sin sexo, sin alma y sin vida (Arturo Fuente) ©
Jóvenes Rebeldes
El sonido del mar era mi canción favorita para esperarte. Llegabas ajena al tumulto de aquellos jóvenes rebeldes que, como yo, se atrevían a renunciar al futuro. Vivíamos sin miedo, como inmortales capaces de ganar al tiempo en una carrera. Recuerdo aquellas tardes cálidas de verano, en las que aparecías alegre por la playa con tu amiga. Yo me quedaba embelesado mirándote, estigmatizado por la huella imborrable que dejaba tu sonrisa, e inmerso en un remolino de sueños y deseos. Me encantaba observar la danza de tus pasos y el movimiento de tu pelo. Deseaba alcanzarte, pero eras inalcanzable. Aquellos veranos, sin ti, nunca habrían sido iguales (Arturo Fuente) ®