Arturo descubre el acto poético de Alejandro Jodorowsky, en su libro La Danza de la Realidad. Un libro que pronto se convierte en uno de sus grandes referentes literarios. Arturo encuentra en el acto poético una similitud con respecto a su particular manera de entender el teatro, y decide entonces poner en práctica, en las calles de Madrid, una performance experimental de cosecha propia, que tiene por objetivo la deconstrucción del ego. Este trabajo que Arturo realiza en solitario sin interacción con el público, consigue romper con la estructura de un escenario configurado en base a una realidad más o menos predecible, a la vez que rompe también con la estructura confortable sobre la que se asienta el ego del actor.
Estas experiencias fueron muy reveladoras y útiles para Arturo, en su proceso de autoconocimiento e investigación sobre teatro experimental. Para Arturo, el acto poético, a diferencia del teatro tradicional, ni está guionizado, ni está diseñado para seducir al público; se hace para uno mismo. El éxito del acto poético no se mide en parámetros de audiencia, ingresos o aplausos, se mide en lo beneficioso o no, que puede ser para uno mismo.