Algunos científicos se atreven a decir que la muerte, tal y como la conocemos y concebimos, no existe (ilusión). El prestigioso científico Robert Lanza, ha sido uno de los últimos en unirse a esta magnífica idea. Teniendo en cuanta que el concepto de espacio/tiempo no se ciñe a una directriz lineal, sino curva, como ya quedó plasmado en la propia teoría de la relatividad de Albert Einstein (en presencia de una masa, el espacio/tiempo se deforma), que luego también demostró Thomas Young (la luz tiene una naturaleza ondulatoria), y que converge con la Teoría de Cuerdas (Jöel Scherk y John Henry Schwarz), no es nada descabellado pensar que la muerte es un cambio de forma (partícula/onda). El Experimento de la Doble Rendija (Richard Young), rompió con todos los viejos paradigmas de la física cuántica, y demostró que las partículas subatómicas pueden existir simultáneamente como partículas o como ondas de probabilidad (existen en todas partes y en ningún lugar). Si entendemos esto, y entendemos también que el espacio/tiempo es una curva, podemos comprender que no morimos, sino que cambiamos de forma (onda/partícula). Dejamos de ser partículas (masa), y nos convertimos en ondas de probabilidad (luz/información), para quizá aparecer de nuevo como partículas en otro espacio/tiempo diferente. Antoine Lavoisier dijo que la materia ni se crea ni se destruye, sólo se transforma (Arturo Fuente)
